Hice un trato conmigo mismo hace tiempo, cuando supe que te ibas.
Me juré que costara lo que costara no me iba a quedar nada por decirte.
No he respetado ese acuerdo. No cumplí porque el miedo y la debilidad han sido más fuertes que yo este tiempo, simplemente porque creí que una mirada bastaría; tal vez por egoísmo, porque para mí si era suficiente.
Ahora tan sólo puedo cruzar los dedos y esperar que tu corazón supiera entender y descifrar todo lo que escondían mis silencios, todo lo que mi boca debió pronunciar en algún momento, al coger tu mano, al acariciar tu mejilla… y se ha quedado encerrado hasta el fin de mis días en ésta prisión de piel y huesos.
Siempre pensé que para nosotros habría más instantes, esos que nos robó el Destino, tan cruel y áspero, que nunca nos dió alternativa. La vida no es justa... bajo una estrella siempre habrá alguien como tú...
Por qué ese corazón tan grande dejó de latir?
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